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Auguste Rodin
Lote 35301706
“Mano derecha”.
Bronce patinado, ejemplar 3/7.
Con firma del artista y del fundidor, Bechini.
Numerada.
Sobre base de madera.
Medidas: 6 x 18,5 x 19 cm. (escultura); 2,5 x 21 x 21 cm (peana).
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Descripción
AUGUSTE RODIN (París, 1840 – 1917).
“Mano derecha”.
Bronce patinado, ejemplar 3/7.
Con firma del artista y del fundidor, Bechini.
Numerada.
Sobre base de madera.
Medidas: 6 x 18,5 x 19 cm. (escultura); 2,5 x 21 x 21 cm (peana).
Las manos fueron una parte anatómica primordial en la escultura de Rodin, con las que llevó a cabo piezas como "La catedral". En la que mostramos, los dedos encrispados y la superficie rugosa del bronce comunican una rotundidad expresiva inimitable.
Rodin es actualmente considerado “el primer moderno”, dado que fue la figura que puso fin a más de dos siglos en busca de la mimesis en las artes tridimensionales. Inició su formación en la Escuela de Artes Decorativas de París, y se interesó especialmente por la anatomía, llegando a dominarla hasta el punto de despertar la envidia de los escultores formados en la Academia de Bellas Artes. De hecho, fue célebre el escándalo en torno a su escultura “La edad de bronce” (1877), de la cual se dijo que, por su perfección, los moldes tenían que haber sido sacados directamente del cuerpo del modelo y no de un modelo de arcilla hecho por el artista. Rodin salió victorioso de la disputa, además de con una fama que lo puso inmediatamente entre los artistas más importantes de París. Con posterioridad a este escándalo, su escultura se dividió en dos líneas distintas. La primera, a la cual denominó “alimentaria”, era la escultura decorativa de la que vivía. La segunda, más popular y transgresora, es conocida como su obra pura, trascendente en la historia del arte occidental. Pertenecientes a esta última línea de trabajo son sus monumentos y encargos más importantes, tales como “Los burgueses de Calais” y el “Monumento a Balzac”, que supuso una revolución de la escultura en el espacio público. Para Rodin, el artista no debía ser un esclavo del modelo, al contrario: era el artista el que escogía, con su propio ojo y sensibilidad, el objeto a representar, y por medio de su imaginación era capaz de modificarlo para crear así una imagen totalmente nueva. Así, las proporciones y las formas son dadas por las exigencias del sentimiento que se quiere plasmar, y no por las leyes lógicas de la realidad. Estas ideas las vemos plasmadas en su obra más importante, “Las Puertas del Infierno” (1880-1917), para la que en un principio fue ideada la figura de “El Pensador”. Estas puertas tienen como tema el Infierno de la “Divina Comedia” de Dante Alighieri. La figura central, el Pensador, es un retrato de Dante, que se ve afectado por lo que está viendo (frisos con las figuras pecadoras bajo él), e influenciado por las fuerzas divinas que anuncian la desgracia sobre su cabeza (tres sombras o retrato triple de Adán). Los estudiosos asimilan esta figura también al propio Rodin: un hombre aterrado ante el mundo que le toca vivir, en el que la tecnología vanaza imparable, y está justo en el centro, donde debe elegir si mantenerse fiel a la tradición o lanzarse al vacío y romper todos los cánones establecidos hasta el momento. Rodin está representado en los museos más importantes del mundo, como el que lleva su nombre en París, el Hermitage de San Petersburgo o el Metropolitan de Nueva York.
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